I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001

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X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.

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X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS DE LA UNERG "DR. EDGARDO MALASPINA"

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2010

HISTORIA DE LA MEDICINA EN EL ESTADO GUÁRICO

HISTORIA DE LA MEDICINA EN EL ESTADO GUÁRICO
LIBRO DEL DR. EDGARDO MALASPINA: HISTORIA DE LA MEDICINA EN EL ESTADO GUÁRICO

jueves, 8 de abril de 2010

MEDICINA INDÍGENA EN GUÁRICO



POR: EDGARDO MALASPINA



Aproximación a la Medicina Indígena en el Guárico

Todos los pueblos indígenas en sus sistemas filosófico – religiosos tiene una concepción ligada a la salud. No obstante esas nociones con respecto a la medicina dependen del grado de desarrollo cultural alcanzado por determinado grupo indígena.

Según J.A. De Armas Chilty la parte occidental del Estado Guárico (Calabozo, San Juan de los Morros) fue ocupada por Caribes, denominados apones, cumanagotos, aoriguires y otomacos. Estas eran tríbus que vivían de la caza y de la pesca. Los apones practicaban la poligamia.

Zaraza, Tucupido, Santa María de Ipire, El Socorro, Valle de La Pascua y Chaguaramas fue zona de los palenques, cumanagotos, guamos y guamonteyes. Altagracia de Orituco, Macaira y Guaribe fue habitada por indios guaiquiries, güigüires, ipares y guaribes. El Alto Orituco fue territorio de los tomuzas y quiriquires. Palenques y cumanagotos vivieron en la Selva Tamanaco. En el siglo XVII fueron llevados por los colonizadores indios caribes, güires, atapaimas, chinos y amaibas a Calabozo, Camaguán, Cabruta y Guardatinajas.

De Armas Chilty define dos corrientes indígenas en el Estado Guárico: “la que proviene desde el oriente, norte y noroeste con palenques y cumanagotos. En este grupo también se incluye los Quiriquires y Tomuzas de los Valles del Orituco. La otra corriente se divide en otomacos y abaritocos que suben desde Guayana hacia Cabruta; los amaibas, guamos y apones que llegan desde el Apure y el Portuguesa y alcanzan en sus correrías hasta el Guárico medio.”

Tribus nómadas de guires, palenques, guaiquiries y píritus merodearon por el Valle de Ortiz en las temporadas de lluvia.

En Tiznados vivieron los guaiquiries o guamonteyes. Dormían en ranchos armados en cuatro palos, se acostaban sobre cueros de venado que después arrastraban cuando viajaban. También los guires habitaban la región. Eran nómadas y recolectores.

Oldman Botello narra la persecución que hizo Garci González de Silva en 1576 a los indios Caribes Guárico. Encontró en las orillas del río Tiznados cerca de 200 cabezas de indígenas. Oviedo y Baños interpretó el hecho como producto de borracheras y festines que terminaban en sacrificios “para saciar con sus cuerpos la bestial inclinación de hartarse de carne humana.” Sin embargo a la luz de la etnología moderna ese acto se interpreta como antropofagia ritual.


Las tribus que habitaron el Guárico fueron nómadas. Iraida Vargas Arenas hace una descripción de esos grupos, los cuales pasaban la mayor parte del año errantes y descansaban en un asentamiento o base central. Tenían una densidad de población muy baja. Los grupos no pasaban de 25 familias emparentadas unas con otras. Recolectaban raíces silvestres, cazaban y pescaban. No conocían la agricultura. Se embriagaban con chicha. Los guamos comían caimanes, aborrecidos por otros indios. Los guamonteyes usaban arcos, flechas y fisgas, este último instrumento es un arpón de tres dientes. Los otomacos en su fase estable cultivaban el maíz de dos meses, el cual en ese tiempo crece, echa mazorca y madura. Los betoyes se cubrían el cuerpo desde las axilas hasta la ingle con una corteza de árbol. La mayoría de los estudiosos coinciden con que los indios del llano andaban desnudos. Pero los guamos usaban un ceñidor ancho de algodón tan bien hilado que los españoles los adquirían. Estos mismos indios se pintaban antes de ir a la guerra y practicaban un tipo incipiente de cirugía: se separaban el filo exterior de sus orejas por una incisión en la cual se colocaban pequeños objetos que no querían perder o traer en sus manos.

Los guaiqueríes y guamonteyes gozaban de aparente buena salud. Son descrtitos como altos, morenos y de mucha fuerza. Los guamos hacían festines, bebían y bailaban. A la hora de dormir lo hacían en el suelo. Eran buenos alfareros y hacían jarras de dobles asas para beber agua. Utilzaban contra sus enemigos hechizos y venenos, aunque se desconoce la naturaleza de estos últimos.

Iraida Vargas Arenas presenta un cuadro cultural de los Yaruros del Estado Apure y los otomacos por su parecido al que existía en el Estado Guárico en la época prehistórica.

Los Yaruros andan errantes por el río Capanaparo y Sinaruco. Transportan sus pocas posesiones. Fuman y tiene un Shaman que describe imágenes religiosas y explica la existencia y hace preparativos para la comunión con los dioses. No practican la agricultura. El perro es el único animal que domestican. Carecen de viviendas: colocan ramas en la arena para protegerese de los vientos, los insectos, el sol y la lluvia. Durante la noche duermen en huecos cavados en la arena.

Los otomacos eran cazadores y pescaban. Preparaban aceite extraído de los huevos de tortugas. Recolectaban semillas, raíces, frutos, cera y miel de abejas. Cultivaban yuca, pero práctiamente no preparaban cazabe. Consumían una arcilla especial de color gris amarillento quemada al fuego. Lloraban a los muertos al iniciarse el día. Jugaban a la pelota. Después de la caza, comían y se bañaban en el río. Luego cantaban y bailaban hasta la media noche. Adoraban a la luna. Eran buenos tejedores. Hacían pabellones para protegerse de los mosquitos.

En 1780 el obispo Martí visitó Guardatinajas. Allí vivían indios cumunagotos, los cuales hicieron una exhibición para distraer al dignatario religioso con arco y flecha. Fray Joseph Francisco de Caracas registró el hecho de esta manera: “Con estas armas (arcos y flechas) cazan, pescan, se defienden y matan, untando sus lancetas con un veneno que llaman curare, tan activo que lo mismo es tocar la sangre, que infeccionar toda su masa y causar la muerte; sin embargo, como en el mismo acto de recibir la herida, se acierta a tener un grano de sal en la boca, puede el paciente escapar la vida.” (5) Es decir conocían este importante veneno, usado en la farmacología moderna, y trataban de aplicar un posible antídoto.

José Gumilla (1686 – 1750) hizo importantes apuntes en sus libros para entender el desarrollo de la medicina de los indios del llano. En su obra “El Orinoco Ilustrado” se refiere constantemente a tríbus indígenas que a través del Orinoco se desplazaban hasta las tierras del Guárico. José Rafael Fortique hace el estudio del aspecto médico en la obra de Gumilla (7) y de allí a continuación hablaremos.

Los indios del Orinoco practicaban la circuncisión, la poligamia, y se bañaban tres veces al día. Tenían buena dentadura. Algunas tríbus practicaban el infanticidio en las niñas para evitar el sufrimiento futuro seccionando el cordón umbilical para que se desangraran. Comían abundantemente, excepto los otomacos que hacían una sola comida en el atardecer y tenían como regla higiénica enterrar sus excretas. Eran geofagos, enterraban los granos y luego los extraían y amasaban con la tierra. Practicaban autoescarificaciones. Las mujeres guamas se traspasaban la lengua con un hueso amolado y bañaban con su sangre los niños enfermos. Los guaiqueries aislaban a las muchachas cuando presentaban la menarquía, para evitar que perjudicaran las cosas y a los demás. Estos mismos indios encerraban a las jóvenes que contraían matrimonio, por 40 días con una dieta de cazabe y agua. Las indias parían solas y luego se lavaban en el río. El parto gemelos era castigado: se comparaba al de los animales como ratones o cachicamos de partos múltiples y se sospechaba infidelidad. Se reconocía un solo hijo y el otro era asesinado. Practicaban la eugenesia: los niños defectuosos eran inmediatamente enterrados vivos. Las indias amamantaban a sus hijos por largo tiempo.

Los guamos explicaban las enfermedades como producto de la acción de espíritus malignos. Eran animistas. Los otomacos ponían al lado de sus cadáveres raciones de alimento y de chicha para calmar el hambre y la sed en el último viaje. Algunos indios cargaban a sus enfermos en canastas. Las indias se esterilizaban con hierbas y bebidas.

Los indios de Orinoco tenían una medicina mágica con exorcismos y ritos misteriosos. El Piache chupaba el sitio anatómico donde pensaba que estaba el mal y extraía piedras, previamente colocadas en su boca. Pero conocían también hierbas, raíces, hojas, semillas y flores de efectos medicinales. En algunas enfermedades recurrían al ayuno y en las fiebres sumergían al afectado en el río o lo rociaban con agua (balneoterapia). Para las mordidas de serpiente aplicaban tabaco masticado. Contra los mosquitos se untaban el cuerpo con onoto y manteca de tortuga. Los otomacos fabricaban pabellones con hojas de palma.

Sobre las enfermedades que padecían los indios del Orinoco Gumilla habla de jejenes (phlebotomus) transmisores de las leishmaniasis visceral y cutánea, y de unos mosquitos verdes que dejan sus huevos en la piel del afectado con desarrollo posterior de un gusano y apostema (miasis furuncular). Esta enfermedad la curaban con chimó. También describe a los pitos (Rhodnius prolixus), transmisor de la enfermedad de Chagas. Los indios del Orinoco sufrían de herpes zoster, sarna, paludismo, neumonía, etc. Empleaban la tuatua como laxante, hueso de cachicamo para el dolor de oido, piedra de iguana en las afecciones urinarias, uña de danta como amuleto. Con este último fin también usaban los colmillos del caimán, y las piedras de curbinatas. De las plantas medicinales conocían el mastranto, la hierba Santa María (parecida a la hierbabuena) y el árbol otova, el merey y el palo de aceite.

Gumilla dice que las heridas de raya entre los indios “se encanceraban.” Los indios del Orinoco no sólo practicaban la circuncisión sino también la cliredectomía.

Los otomacos usaban como anestesico unos polvos llamados yupaz, aplicados en las fosas nasales. La yupa es una planta estupefaciente (piptadenia peregrina).

Entre los indios del Orinoco una mordida de serpiente venenosa terminaba con la amputación del miembro afectado para evitar la difusión del mal. Guimilla vio tribus hasta con 50 manco o cojos.

Sobre los cumanagoto siempre presentes en las tierras del Guárico, el Dr. Jesús Cordero Moreno (realizó un estudio referente a sus concepciones médicas. Los hombres cubrían su sexo con una calabaza, las mujeres usaban guayuco. El piache se colocaba en la cabeza una faja, usaba brazaletes de cuentas en los brazos, se pintaban los dientes con colorante negro y mascaba una yerba llamada ayo. Repudiaban la esterilidad femenina. El hombre descansaba después del parto de las mujeres porque suponían que el espíritu del padre cuidaba del hijo recién nacido. Durante 8 días la mujer observaba una dieta sin carne ni pescado y no se bañaba hasta la caída del cordón umbilical del niño. La sangre menstrual la consideraban sagrada.

Los cumanagoto en su farmacopea empleaban la coca que adqurían de los tomuza; ñongues (estupefaciente que contiene alcaloides como la atropina), el tabaco, tusiya (astringente), secua (emitio y purgante), yerbamora, aceite de palo, cáscara de plátano, piedras bezales de venados, concha molida de cachicamo como exudatorio, piedras de la vejiga de iguana para el dolor de muela, etc. Los cumanagoto recurrían a las sangrías en los brazos y otras partes del cuerpo para tratar varias enfermedades. Todos las acciones médicas estaban encaminadas a expulsar los espíritus malignos. El piache era llamado piaza o pizamo y estudiaba su arte desde la juventud con profesores. Cuando moría el enfermo podía ser culpado de errar la cura y su vida corría peligro. Lo podían castigar con la pena de muerte.

En conclusión, los indígenas que habitaron en las tierras de Guárico por su condición errante no alcanzaron mayor desarrollo en la ciencia médica, sin embargo es evidente que poseían incipientes elementos de la misma. Por otro lado algunas tríbus tuvieron adelantos médicos notables.

MEDICINA EN GUÁRICO DURANTE LA COLONIA



POR: EDGARDO MALASPINA


La Medicina en el Guárico durante la época Colonial

El desarrollo de la medicina en la Provincia de Venezuela durante el régimen colonial se ubicó preferiblemente en la ciudad de Caracas. En las otras ciudades que conformaban la Capitanía el progreso de las instituciones y los servicios médicos fue lento. La medicina era ejercida por curanderos, barberos y escasamente por médicos diplomados. En la mayoría de los casos los métodos empleados constituían una combinación proveniente de las prácticas indígenas y los conocimientos europeos.

El primer hospital del país se construye en Barquisimeto en 1582, y de estos establecimeintos médicos tenemos conocimientos por los periplos de los dignatarios de la iglesia, quienes tenían la potestad de visitarlos. El Obispo Martí da testimonio de que en el siglo XVIII existían hospitales en Caracas, La Guaira, Maracaibo, Carora, El Tocuyo, Trujillo, Guanare, San Felipe, Barquisimeto, Valencia, San Sebastián de los Reyes y Puerto Cabello. El Obispo constata que no hay hospitales en Nirgua, Ospino, Araura, Villa de Cura y Calabozo; por lo que toma medidas para fundarlos en esas ciudades.

No obstane el 30 de julio de 1805 el Obispo Ibarra elabora una lista de ciudades con hospitales existentes en el país. Allí aparecen: Caracas, La Guaira, Puerto Cabello, Valencia, San Felipe, Barquisimeto, El Tocuyo, Carora, Guanare y San Sebastián. Como notamos, ningun pueblo del Guárico es nombrado.

San Juan de los Morros con pocos habitantes y sin Médico

Aunque estuvo hasta el 28 de noviembre como párroco de San Juan de los Morros, Domingo de Herrera, renunció al curato el 2 de julio de 1783. Alegaba motivos de salud, desamparo y escasez del pueblo y la falta de médico y medicinas.

“En 1804 la población es de 800 vecinos, y el pueblo es tan pequeño que no tiene más de 30 casas. Sus moradores son pobres. Don Silvestre Alonso Mena falleció el año anterior. Era un sujeto de arraigo y comodidad y en 1802 estaba muy quebrantado...”

“En 1805 la población era de 1500 habitantes”.








El Médico examina a quienes se alistan en el ejército en Calabozo en 1779

En 1779 el Teniente de Justicia busca hombres para combatir las cimarroneras en las montañas de Tiznados. Un francés es llamado pero se niega ir al servicio. El teniente de Justicia expone: “Cuando eché las cajas para juntar gente, un francés que está avecindado en esta Villa, llamado Reinaldo, que ha sido soldado o cabo veterano, no quizo parecer donde concurre la gente y necesitando yo en este lance tanto a un hombre que había servido, para que diese algunas instrucciones al cabo, por ser hombre del país; y siendo necesario se hiciese cargo de algún piquete lo llamé y dí la órden de alistarse para ir; pretextome al principio estar enfermo de una pierna, visto que no; pretextó dijo tenía pujos, reconociéndolo el médico y no lo encontró enfermo...” (10)



Un Juicio a un curioso de Calabozo en 1791 nos da luces sobre la situación médica regional

Como ya se observó en la colonia los médicos y curiosos ejercieron el arte de curar indististintamente. A veces los curiosos demostraban mayores o iguales conocimientos que los galenos, producto de su experiencia y práctica. Por otro lado la lucha contra ese ejercicio ilegal se hacía difícil por cuanto los graduados eran muy pocos.

Don José Romualdo de Silva Arrechadera era una especie de curioso y médico que ejercía en Calabozo, y en 1791 fue acusado por el Regidor del Cabildo, Francisco Javier Gutiérrez Noriega. El juicio llegó hasta la Real Audiencia.

La acusación del Regidor era sencilla: Silva ejercía ilegalmente la medicina en la Villa de Calabozo, había causado la muerte de varias personas, entre ellas la de una esclava suya, cuyo valor reclamaba. A favor de Silva esta una parte del cabildo, el cura y Vicario Don Juan Angel Leal, el Sub – delegado de Real Hacienda Don Carlos del Pozo, el Alcalde Ordinario de primera elección Don Rafael Villamediana, el Escribano Demetrio Montiel, el Alferéz Real Don Juan Delgado, el pbro Br. Diego Pasquier, cura Doctrinero de la Santísima Trinidad y el pbro. Don Jorge Antonio García, cura Doctrinero de Nuestra Señora de los Angeles.

Las personas arriba mencionadas abogaban en la defensa de Silva: “El acierto con que Romualdo está ejerciendo la medicina en Calabozo desde fines del año ochenta y siete, un genio afable y humilde, por cuya razón ha merecido que lo atiendan y favorezcan con su cariño y trato de piedad con que mira a los enfermos, con particularidad a los pobres a quienes no sólo visita sin interés, sino que le suministra los medicamentos y alimentos en su propia casa, sin haber sido oido jamás que alguno se le haya muerto sin confesión...”

El abogado defensor de Silva ante la Real Audiencia, en su interveción arroja bastante luz sobre el ejercicio de la medicina en los pueblos de Venezuela para esa época. Decía el abogado que era imposible atender a la ciudad de Caracas con los médicos titulares y con mayor razón a la provincia, “por ello no es cosa monstruosa ni rara, que curen en los pueblos, villas y ciudades fuera de esta capital, los que carecen de principios en las universidades y colegios, pues aquí mismo (Caracas) se encontraban muchos que en calidad de curiosos lo hacen con aceptación del público, y aun allí (en Calabozo) lo practica el propio Don Francisco Noriega y otros muchos, sin tener como tiene Romualdo licencia del protomédico desde agosto del ochenta y nueve, autorizada con el pase y recibimiento del Cabildo (como se ve al folio trece y catorce), y siendo tan pocos los profesores que se hayan aun en esta ciudad, carecerían de consuelo los enfermos de toda la provincia sino pudiesen los curiosos recetarlos, cuya práctica siempre observada y necesaria, sólo pueden atenderla los Jueces Territoriales para con los desaciertos en sus curaciones, falta de caridad para con los pobres, o de costumbres corrompidas y del mal ejemplo pero no con un sujeto como Romualdo a cuyo favor certifican los mismos jueces y los cabezas y personas principales de la Villa de Calabozo...”

De esta exposición se desprende que en aquella época el ejercicio médico de los curiosos era necesario.



El Dr. Cousín recibe a Humboldt en su casa

El Dr. Miguel Angel Cousín nació en Calabozo entre los años 70 y 80 del siglo XVII.

En 1800 estuvo trabajando en la Intendencia de la Real Hacienda en Calabozo.

Cuando Alejandro de Humboldt visitó Calabozo, el Dr. Cousín le dio alojamiento en su casa. Además lo ayudo, junto a Carlos del Pozo, en sus actividades científicas.




Rezar de rodillas puede afectar la salud

Durante la colonia, el sexo, las diferencias sociales y raciales tenían sus consecuencias discriminatorias. Eso lo constatamos una vez más en el siguiente relato. Además observamos que ponerse de rodillas puede afectar la salud. Notamos también la muy difundida práctica de enterrar los muertos en las iglesias, cuando en otros países ya existían normas sanitarias para reglamentar los cementerios.

El siguiente episodio sucede a finales del período colonial en el Guárico: “palacio de la Suprema Junta 8 de enero de 1811.

Vista por los señores de ella, la nueva instancia que hace José Félix Salinas, vecino del pueblo de San Francisco de Tiznados, quejándose del Justicia mayor de la Villa de Calabozo por no haber dado cumplimiento a lo decretado por S.A. el veinte y seis de noviembre último, en que se ocupara y mantiene a dicho Salinas en la posesión y uso de la Alfombra que se le había concedido para su mujer y su familia, a pretexto de la aparición que se dice hicieron varios vecinos blancos de aquel partido: y teniendo en consideración la necesidad que autoriza semejante uso en las mujeres para conservar el aseo y limpieza de sus ropas, y preservarlas de los males que se les originan en la salud por la situación con que se colocan en las Iglesias, y humedad que generalmente conservan los suelos de éstas a causa de darse en ellas sepultura a los cadáveres de los difuntos, y particularmente en la de los campos por su temperamento y pocas precauciones; hallándose por consiguiente en disposición de causas mayores y unas frecuentes enfermedades, lo que no sucede en otras muchas partes, que por estar los templos con el aseo, decencia y precauciones necesarias, y ser naturalmente seco el piso, no se ha introducido semejante uso de tapetes. Dijeron que debían declarar, como declaran, por punto general: que el uso de estas en el otro sexo, es permitido a toda persona sin distinción alguna, y que sobre ellos ni debe hacerse ni consentirse se haga novedad que lo impida...”







EL OBISPO MARTÍ EXAMINA A UN EPILÉPTICO



POR: EDGARDO MALASPINA



Obispo Martí examina a un epiléptico

Lucas Castillo Lara refiere en su obra sobre Guardatinajas el caso de un hombre, aparentemente demente, que fue examinado por el Obispo Martí en su visita pastoral por el Guárico.

El obispo Martí llegó a Guardatinajas a las diez y cuarto de la mañana el 24 de abril de 1780. Ante su presencia le condujeron a un hombre blanco. Hace 14 años vivía entre Camaguán y los hatos de San Gerónimo, Pirital y Concepción. Tenía como 40 años. Se vestía con sólo un guayuco. Vivía de las limosnas. Trataron de llevarlo a Calabozo, cuando el obispo allí se encontraba, pero el hombre se descompuso en el camino y empezó a echar espuma por la boca. En Guardatinajas el obispo le hizo muchas preguntas pero no respondió. Otros lo interrogaron y el hombre calló. El obispo Martí decidió que no era cuerdo y lo remitió a Caracas al Hospital de San Pablo, con órden de no dejarlo salir para evitar que muriera sin asistencia o se lo comiera una fiera.

CARLOS DEL POZO VACUNA CONTRA LA VIRUELA



POR: EDGARDO MALASPINA



Carlos del Pozo vacuna contra la viruela en Calabozo y aplica el método de Jenner para curar otras enfermedades





La viruela era endémica en China y en los países Orientales se le conocía. Los musulmanes la llevaron a España y de allí se extendió a toda Europa. Más de sesenta millones de personas murieron en el siglo XVIII por la enfermedad. Con el descubrimiento de América los indígenas fueron atacados por el terrible mal.

Eduardo Jenner (1749 – 1823) vivió en una época cuando en Inglaterra la viruela era un mal común. Se sabía que el ataque de la enfermedad daba inmunidad para toda la vida. Era práctica corriente inocular pus de un caso leve o contactar con enfermos para obtener la inmunidad. Pero existía el peligro de contraer la enfermedad con riesgo mortal. En 1740 una ley prohibió esa forma de prevenir la viruela. En el medio rural se sabía que la viruela de la vaca (cowpox) que se transmitía a los ordeñadores protegía contra la viruela humana. Jenner investigó el asunto por doce años, y comprobó lo que se sabía en el campo. En 1778 hizo una comunicación a Londres sin éxito. En 1796 Jenner inoculó a un niño con vacuna obtenida de una jóven que se había infectado de una vaca. Los resultados fueron positivos. En 1798 Jenner publicó sus resultados en un trabajo intitulado “Investigaciones sobre la causa y efectos de la Viruela Vacuna”. El método de Jenner se difundió y aplicó en todo el mundo existosamente.

En Venezuela la viruela atacó a los habitantes desde el inicio de la Conquista. En 1585 el Gobernador General de Venezuela, Juan Pimentel, escribe que de viruela ha muerto la tercera parte de los habitantes del país. José De Oviedo y Baños (1671 – 1738) describió detalladamente una epidemia de viruela traida por unos esclavos provenientes de Guinea.

En 1588 como consecuencia de una epidemia de viruela en Caracas murieron indios y españoles. Desapareció el 30% de la población.

En los siglos XVII y XVIII los barcos negreros difundían la enfermedad en el país. En 1776 el Intendente de la Real Hacienda decretó que un médico debía examinar a los esclavos antes de bajar del barco.

La enfermedad atacaba la provincia: En 1611 en Margarita, en 1612 en Mérida y Maracaibo, y en 1692 en la Victoria.

Luego de una epidemia en 1580 se construyó el Hospital de San Pablo para los enfermos con un cementerio adjunto. Se crearon “Degredas” o casas en los caminos hacia Caracas para evitar la llegada de personas enfermas.

En 1763 murieron mil personas con la enfermedad en Caracas. En 1766 las muertes llegaron a diez mil.

La variolización en Caracas empieza en 1766 y en 1769 el Dr. Juan Perdomo continua con las vacunaciones.

El 20 de marzo de 1804 llegó al país la “Expedición Real de la Vacuna” enviada por el Rey de España Carlos IV (1748 – 1819). El cirujano Francisco Xavier De Balmis (1753 – 1812) dirigía la expedición. Los vacunadores inmunizaron a su llegada a gran cantidad de gente y propusieron la creación de la Junta de Vacunación, la cual se hizo el 28 de abril de 1864, presidida por el Capitan General Miguel de Guevara y Vasconcelos y los doctores José Aranda, José Domingo Díaz, Vicente Salias y Santiago Limardo. La junta podía aceptar a otros miembros, civiles, religiosos y facultativos.

Se pensaba que la vacuna contra la viruela era efectiva contra otras enfermedades, por eso en el artículo 11 del acta del establecimiento de la Junta Central en Caracas, Balmis dice textualmente “Habiendo acreditado la experiencia constante de la virtud preservativa contra las viruelas sino que ha curado muchas enfermedades cutáneas que mejora y fortifica la constitución delicada de los vacunados y por último que se opone al desarrollo de los vicios escrupulosos y raquítico, corresponde en mi concepto que la junta haga sus ensayos en los enfermos afectados de elefancia y luego de San Anton que tanto abunda en este continente: y respecto a que las nuevas y posteriores observaciones hechas en Constantinopla han comprobado que este admirable fluido es también un preservativo contra la peste, debe esperarse pueda serlo igualmente del vómito prieto y fiebre amarilla, enfermedades pútridas malignas y pestilenciales que sólo se diferencian de la verdadera peste de Turquía en el mayor grado de malignicidad que esta goza sobre las otras; de que se deduce que tal vez se lograra un específico contra estas crueles enfermedades que causan tanto destrozo particularmente a los recién venidos de Europa”.

Para realizar estas investigaciones con la vacuna el Capitan General, Miguel de Guevara y Vasconcelos designó a Don Carlos del Pozo, el 9 de noviembre de 1805, “para que se encargue de efectuar experimetos con la vacuna en los leprosos, conduciendo lazarinas de este hospital o vacunándolos en algunos que por casualidad no hubiesesn sido aún recluídos en él, y para lo cual debía usar el fluido obtenido en las vacas como más poderoso, y cuyos más activos efectos se habían patentizado por el mismo, supuesto que el traído por la Real Expedición había dejado ineficaces algunas tentativas aunque no las bastantes para probar una evidencia”.

Don Carlos del Pozo Sucre nació en Caracas y vivía en Calabozo. Tenía fama por las investigaciones en electricidad. Alejandro de Humboldt en su libro “Viaje a las regiones Equinociales” relata su encuentro con del Pozo: “Encontramos en Calabozo, en el corazón de los llanos una máquina eléctrica de grandes discos, electróforos, baterías, electrómetros, un material casi tan completo como el que poseen muchos físicos en Europa. No habían sido comprados en los Estados Unidos todos estos objetos; era la obra de un hombre que nunca había visto instrumentos de la electricidad más que por la lectura del Tratado de Sigaud de La Fond y de las memorias de Franklin. El Sr. Carlos del Pozo, que así se llamaba aquel estimable e ingenioso sujeto, había comenzado a hacer máquinas eléctricas de cilindro empleando grandes frascos de vidrio a los cuales les había cortado el cuello. Yo llevaba electrómetros de paja, de bolilla, de sauco y de hojas de oro laminado, asimismo una botellita de Leyden que podía cargarse por frotamiento, según el método de Ingenhouse, el cual me servía para experiencias fisiólogicas. No pudo el Sr. Pozo contener su alegría al ver por primera vez, instrumentos no hechos por él y que parecían copia de los suyos”.

La expedición de Balmis tenía, entre otros objetivos relacionados con la vacuna, establecer si existía en el país la viruela de las vacas o Cowpox. El 20 de octubre de 1802 esa tarea se le encomienda a Carlos del Pozo, teniéndo en cuenta que era un hombre cuidadoso y serio en materia de investigaciones científicas. Del Pozo respondió que mucho antes de recibir esa tarea ya se había dedicado al asunto. En efecto en las inmediaciones de Calabozo, Carlos del Pozo constató el cowpox en reses y que “en dos ocasiones había logrado comprobarlo mediante inoculaciones que practicó a varias personas, las cuales experimentaron todos los síntomas de la verdadera vacuna”. Esta información fue llevada al Rey, luego de lo cual se decidió nombrar a del Pozo como miembro de la Junta de Vacunación y corresponsal de la misma en Calabozo. En agosto de 1805 nuevamente Carlos del Pozo notifica a la junta que encontró granos de cowpox en las vacas observadas en Calabozo.

El fluido de la vacuna se conservaba por medio de la inoculación sucesiva o en costras. La vacuna se transportaba en botellitas de cristal. Cuando se usaba se le agregaba agua fría. Se formaba un líquido viscoso. Si se usaba la costra, se le guardaba en un frasquito. Cuando se aplicaba era pulverizada y disuelta en una gota de agua fría. El procedimeinto de inoculación lo describe José María Vargas en su trabajo denominado “Epítome sobre la Vacuna”:

“El Virus asi extraido para inocular de brazo a brazo, se le tomará con la punta de la lanceta, se le dará a ésta una posición perpendicular, para que el fluido baje a la misma punta; y mientras que con la mano izquierda se mantiene firme el brazo y tensa la cutis en el punto en que se va a inocular (que sería en la parte exterior y media cerca de la inserción del músculo deltoides), se introduce suavemente con la derecha, la lanceta, bajo la cutícula como línea y media o dos, haciendo con su punta varios movimientos, y levantando con ella la epidermis, de modo que el fluido adherido a la faz interior del instrumento, no se limpie hasta no haber penetrado todo lo necesario, retirándola entonces apoyada y limpiándola en la misma porción herida de la piel. Al hacer la herida debe cuidarse de no sacar sangre. Basta dos inoculaciones a dos y media pulgada de distancia entre una y otra”.

Como se observa en la vacunación el instrumento fundamental era la lanceta, por lo que Carlos del Pozo informa a la Junta sobre las desagradables consecuencias experimentadas en la Villa de Calabozo por vacunar con la misma lanceta usada indistintamente para otras operaciones. Ante tales informaciones de del Pozo la Junta decidió con una circular a todos los vacunadores entrenados, que la lanceta de vacuna sólo se usara para ese fin, evitando realizar con la misma otras intervenciones quirúrgicas.

Carlos del Pozo mantuvo contacto frecuente con la Junta, la cual el 1 de febrero de 1806 publicó una lista de vacunados en distintas ciudades del país. Allí aparecen Tiznados con 780 vacunados, Chaguaramas con 573 y Calabozo con 1012. Su exitosa labor fue evidente.

miércoles, 7 de abril de 2010

ASISTENCIA MÉDICA EN EL GUÁRICO DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA



POR: EDGARDO MALASPINA



Asistencia médica en el Guárico durante la Guerra de Independencia

La asistencia médica durante la guerra de Independencia era precaria y en la provincia era practicamente inexistente. La suposición es lógica teniendo en cuenta que hasta el comienzo de la era republicana la Escuela Médica de Caracas, fundada por Lorenzo Campins y Ballester, sólo había formado 32 doctores.

Al proclamarse la República en 1810 había 21 alumnos estudiando Medicina y abandonaron la carrera para alistarse en el ejército.

Los pueblos del Guárico son mencionados en muchos pasajes de la guerra. El llano fue escenario de importantes combates, cuyos desenlaces y consecuencias nos dan idea del aspecto médico – asistencial de aquellos dramáticos momentos. La Gaceta de Caracas habla por sí sola del tema.

La guerra a muerte establecida en el país no permitía la asistencia de los heridos en los combates. Un manifiesto de la Gaceta de Caracas del 26 de agosto de 1813 explica la situación reinante: “Las naciones todas que contemplan nuestro actual estado, y que desean con curiosidad tener conocimientos de los movimientos intestinos de la América, nada supieron de cierto de lo acaecido en las provincias de Venezuela durante su captividad. ¿Cómo podían presentar a la luz del mundo los monstruos que la dominaban en sus papeles públicos los sucesos sanguinarios y horrorosos con que hacían cubrir de luto a tantas familias desgraciadas. Después de los asesinatos de San Juan de los Morros en que la sangre fría pasó a cuchillo el barbaro Antoñanza trescientos americanos, cuyos esqueletos se conservaban aún a la entrada de nuestras tropas victoriosas colgados y maniatados de los árboles...?”

A propósito de lo anterior y leyendo las anotaciones del cronista Enrique Olivo, cabe preguntarse si Eusebio Antoñanzas hizo prácticas de vivisección con sus víctimas en San Juan de los Morros. Leamos el párrafo: “El jefe realista Antoñanzas hizo 300 prisioneros americanos en San Juan de los Morros, y a todos ahorcó en los árboles y las cercas, y para satisfacer su instinto sanguinario contemplando los terribles efectos de sus sufrimientos; y para conocer intimamente el interior del cuerpo humano, vivas sus víctimas, mando a sus soldados que las atormentaran de todos los modos posibles y a su antojo, con puñales, etc, que los despedazaran de diversas maneras. (Enrique Olivo, Calendario de Fechas y Sucesos de San Juan de los Morros. 1980)

Los patriotas no se quedan atrás: “Las armas de la República han triunfado en Calabozo de una manera capaz de desalentar al más obstinado enemigo. Ochocientos ocho cadáveres tendidos sobre el campo de batalla, que escrupulosamente se han contado, serán siempre un testimonio de nuestros bravos republicanos y del castigo que se ha impuesto a los enemigos de la patria”.

Más adelante el Boletín del Ejército Libertador, Nº 29 informa: “El día trece del corriente, habiendo salido nuestro destacamento de Calabozo con el objeto de atacar al español Boves, que había reunido gran número de ladrones después de su derrota en el Mosquitero, pasó el río Guárico en San Marcos, distante una legua de Calabozo: pero habiendo encontrado al enemigo en emboscada, y muy superior al Cuerpo del Llano, replegaron nuestras tropas por el camino, que dirige a Calabozo. La caballería de las facciones comenzó al principio sin suceso sobre los nuestros, y aunque al fín obtuvo ventaja, la debió solamente al número de los suyos y naturaleza del terreno, más después de haber cubierto el campo de sus cadáveres. La acción fue parcial, pero sangrienta...”

Por ningún lado se habla de heridos y de la asistencia de los mismos.

En las “Reflexiones de un aventurero que se halló en la toma de Ocumare”, nuevamente se habla de la masacre de San Juan de los Morros: “Antoñanzas inmoló 400 víctimas en San Juan de los Morros. Los postes conservaban los brazos insepultos de aquellos infelices...”

Para 1815 es evidente la existencia de un sistema de protección para los soldados y sus familiares. Así se desprende de una lista de beneficiados: “José Ignacio Alcaza, alferes de idem, grado de teniente. Ramos Vives, alferes provisional de Calabozo, grado de reglados, y quedar en su compañía... Agustín Tablante, teniente provisional de la de San Francisco de Tiznados, murió con seis heridas, la pensión de los decretos para su viuda”.

Manuel García de Luna, Capitán interino de Venezuela, informa sobre los últimos sucesos en el Guárico, especificamente cerca de Butaque, en los alrededores de Santa Rita: “Mandó inmediatamente a Pallot que cargase con los husares. Su órden fue ejecutada: fueron degollados cuantos se encontraban en el paso, y todos nos encontramos sobre una multitud desordenada y sorprendida que, en medio de su espanto, aun quiso defenderse. Las continuas aclamaciones de nuestros soldados: el ruido de nuestra fusilería que disparaban al montón desordenado: Los lamentos de los heridos y moribundos: el sordo ruido de las cuchilladas: la obscuridad de la noche; todo, todo presentaba un cuadro espantoso y pocas veces visto”.

Por ningún lado se habla de la existencia de médicos para socorrer a los heridos.

Nuevamente el realista Manuel García de Luna informa sobre sus actividades desde la comandancia de los llanos. Habla de heridos y de la falta de medicinas en el lado de los patriotas. Dice que se replegaron cuando marchaban hacia Cabruta. Se burla de Zaraza al recordarle la derrota de Butaque. Comenta los sitios del Chivato y San Fernando de Cachicamo. Luego remata: “El teniente de Chaguaramal, Hilario Torralva me da parte que el 12 del corriente atacó en las inmediaciones de Oroto el bandido Julian Infantes, que fue gravemente herido, dejando en el campo 8 muertos...”

No sabemos como fue herido Julian Infantes, ni cómo fue tratado ni por quién.

Manuel García de Luna prosigue “Desde el 21 de marzo hasta el día de la fecha han perdido los malvados algunos centenares de muertos y otros tantos heridos que han perecido en gran número por falta de medicinas y asistencia”.

Como advertimos, la situación de los patriotas desde el punto de vista de la asistencia médica en los destacamentos de la provincia era critica.

Desde tiempos inmemoriales la población se ha considerado un importante parámetro para entender muchos fenómenos biosociales. La demografía es una ciencia muy ligada a la medicina. En ese sentido es curiosa una publicación de la Gaceta de Caracas realizada en 1817 y en la que los realistas pretenden culpar a los patriotas del decrecimiento de la población y sus consecuencias nefastas para el desarrollo del país. Específicamente nos referimos a los pueblos del Guárico mencionados en el informe. Un primer reporte compara las poblaciones de 1809 y 1810 y anota el exceso o aumento de poblaciones. Es claro que se quiere demostrar el beneficio de la paz. Veamos:

Estado de poblaciones de los años 1809 y 1810

Pueblos

1809
1810
Exceso
Calabozo

3.690
3.788
98
El Calvario

1.414
1.453
39
El Guárico

1.959
2.163
204
El Rastro

1.351
1.396
45
Guardatinajas

2.144

114
San José de Tiznados
2.180
2.262
82


Luego se habla del estado de población en 1816 y del deficit a aumento en los pueblos con respecto a 1829.


Pueblos

1816
Déficit
Exceso
Calabozo

1.869
1.919

El Calvario

618
835

El Guárico

2.248

75
El Rastro

812
578

Guardatinajas



209
San José de Tiznados
2.105
157



El Dr. José Domingo Díaz, médico realista, hace el análisis: explica porque en algunas regiones hay deficit y en otras hay aumento de la población; pero en líneas generales constata que la guerra ha influido en el deficit de la misma y culpa a los patriotas del problema que se presenta ante el país. Recuerda que existían en el país 38 médicos cirujanos y para el momento de su informe sólo quedan 12. Luego remata “por qué; ¿quién podrá ver y recordar el número espantoso de víctimas sacrificados a vuestros proyectos, y el número igualmente prodigioso de los que arrancó a la muerte por medio de la vacuna un gobierno benéfico, que prodigó sus más enormes (esfuerzos) por poneros en posesión de este bien? Ingratos: Confundíos. 131.000 personas se han libertado del pestilente contagio de la viruela por la generosidad de nuestro padre común; mientras que vosotros apellidándole tirano habeis destruido con la espada, con el hambre y con todas las armas de la rebelión esta obra de su paternal beneficiencia. Temblad.” (23)

En 1817, en Calabozo, Lino Genaro de la Rocque está herido; pero no sabemos que tratamiento se le aplica ni quien lo trata: “Mi situación no me permite un parte circunstanciado del resultado de la acción por hallarme gravemente herido.

Miguel de la Torre informa desde El Calvario a Pablo Morillo de sus acciones a través de Santa Rita, Cabruta, Hato de Belén, Quegrada de Manapire y el Hato La Hogaza. Habla de heridos, contusos y quemados. Además se burla e inventa una nueva enfermedad en el bando patriota: la banderomanía: “La pérdida de los enemigos en esta acción consiste en 1200 muertos...”

Sospechosamente no habla de heridos. Luego continúa: “La nuestra ha consistido en 11 muertos, 82 heridos y 16 contusos. Entre los heridos me cuento yo atravesado un muslo de una bala de fusil al dar la carga en la infantería”. Luego nombra a otros heridos y precisa que los contusos son por bala de cañón. Más tarde habla de los daños de un incendio: “En razón de haberse incendiado la sabana donde se dio la acción, sin duda con los tacos de la artillería y fusilería, no pudieron librarse muchos de los heridos, pereciendo bastantes, y algunos de los nuestros que fue imposble salvar de las llamas. Esto mismo ocasionó que se desfigurasen los cadáveres...”

Al final Miguel de la Torre cierra con la burla “El número prodigioso de banderas con que marchan estos republicanos parece que indica una nueva enfermedad propia de esta república, caracterizable con el nombre de Banderomanía”

En 1818 los realistas afirman que en Ortíz y Parapara los habitantes andan en las inmediaciones por los montes, huyendo de las vejaciones. También afirman que los vecinos de esos lugares han recogido y auxiliado a varios soldados.

En 1818 Pablo Morillo habla del sitio de La Puerta y notifica que los Generales Urdaneta y Valdez van heridos hacia San Juan de los Morros.

Los realistas informan en la Gaceta de Caracas Nº 184 que “tenemos noticias del Cuartel General hasta el 19 S.E. el General en jefe tiene sus heridas enteramente cicatrizadas, y puede llamarse sano: queda aun un poco de debilidad en sus fuerzas que se restauran sensiblemente en virtud de su sana constitución. El bizarro Comandante del batallón de pardos de Valencia, teniente coronel José Pereira gravemente herido en la jornada de Ortíz de una bala que le atravesó el cuello y un hombro, está ya también restablecido que pasea libremente por las calles de aquella ciudad. (28). No Sabemos donde fue tratado el Coronel Pereira; porque en 1813 no existían en esa ciudad instituciones hospitalarias, lo que comprobamos con el siguiente párrafo: “No hay cárceles ni casas de correción, sino una de dos mujeres blancas nombradas Antonia y Francisca Cosén, que se dedica a enseñar niños, cuyo número por lo regular alcanza a 12 o 15, que viven en sus respectivas casas y a sus horas van a la escuela. No hay hospitales...” (29)

Los realistas publican la correspondencia tomada a los patriotas. Especificamente publican una carta que Bolívar envía a Cedeño el 5 de mayo de 1818.

Allí Bolívar habla de un caballo que se perdió en San José de Tiznados y pide que lo envíen a Calabozo porque tiene noticias de que ha sido encontrado. También pide que se le devuelva su caballo amarillo, herido en la acción y que debe estar casi bueno. Bolívar sugiere a Zaraza hostigar al enemigo en Orituco y buscar gente más allá de El Calvario, hacia Santa Rita y Cabruta. Luego habla de su salud: “Mis carbuncos van mejor, uno de ellos se ha reventado y pronto podré montar a caballo, aunque me ha dejado una llaga que no dudo podrá curarse en tres ni cuatro días. Sin embargo, estoy pronto a marchar aunque sea en hamaca si hay la menor novedad.

En 1819 el Brigadier Pascual Real escribe a Garrido para que se traslade a Calabozo “por ser más cerca y es regular que haya algunos soldados ya buenos de los que han ido enfermos de aquí, los que reconocerá usted”.

En el manifiesto de las provincias de Venezuela a todos las naciones, los españoles hablan del sitio de Calabozo: “Simón Bolívar había reunido en Guayana cuanto había estado a su alcance...
El se presentó sobre la Villa de Calabozo cuando S.E, el general en jefe acababa de llegar allá y cuando solo se encontraban allí tres cuerpos de infantería del ejercito con una fuerza de 2000 hombres. Estos fueron los momentos en que S.E y el ejército dieron a conocer a los pueblos su fortuna en valor, su paciencia, carácter y constancia.

Las tropas reales evacuaron aquella Villa trayendo consigo sus hospitales, sus almacenes”.

Los realistas contaban con sus recursos para los primeros auxilios médicos.

En 1820 Eugenio de Avana, capitan General de las provincias de Venezuela, informa que Zaraza se encuentra muy enfermo en San Fernando de Cachicamo escoltado de solo 20 hombres.

Nuevamente nos preguntamos quién y cómo atiende a este herido.

La Gaceta informa de las acciones cerca del hato El Socorro en 1820: donde se encontraban Zaraza e Infante los cuales escapan “dejando en el campo 20 muertos y llevando gran número de heridos, como se conocía por los rastros de sangre que se observaban en la sabana”.

En 1821 la Sala de la Suprema Corte de Justicia notifica sobre el proceso contra el coronel Antonio Ramos, quien fue capturado en una casa cerca de San Juan de los Morros donde se estaba curando.

En líneas generales en tiempos de las luchas independentistas, en el Guárico se observan las mismas características de la asistencia médico – sanitaria de todo el territorio nacional, inexistente del lado patriota en los primeros años de la Guerra. Muy por el contrario el bando de los realistas estaba mejor organizado en ese aspecto desde un principio.


Algunos Médicos presentes en acciones bélicas en el Guárico.

Pedro Nolasco Carias

Fue un cirujano – romancista del Hospital Militar de Angostura. Trabajó en 1814 con los doctores Burton y Murphy en los ejércitos patriotas. Desempeñó sus labores también en Calabozo, ciudad a la cual llegó en 1813 proveniente de Maturín.

Agustín Otaola

Practicante de cirugía, en la Tropa Oriental con el General Santiago Mariño. Fue herido en la primera Batalla de La Puerta.

Juan Antonio Castellanos

Trabajó en Calabozo como cirujano de la Columna del alto Llano. Se le otorgó su cargo en propiedad en 1822. Desempeñó también labores de boticario.

Doctor Pedro Barcenas

En 1813 fue portaestandarte de caballería a los 19 años de edad. Hijo de Juan Domingo de la Barcena y Doña Candelaria Bando. Fue herido de un balazo en el pie derecho en la segunda batalla de La Puerta.

Estaba estudiando medicina desde 1814. Hizo pasantías en el Hospital de La Caridad. Entre 1814 y 1816 hace prácticas en el Hospital Militar. En 1820 recibió el título de Bachiller en Ciencias Médicas. En 1824 es Licenciado en Medicina y ese mismo año recibe su grado de Doctor en Medicina de la Universidad de Caracas. Fue pionero de la Deontología Médica en Venezuela y formó parte de la Directiva de la Facultad de Medicina en 1823. El 3 de septiembre de 1869 se le confirió el título de Procer de la Independencia. Murió en 1873.


Cirujano José María Peinado

Se incorporó a la lucha independentista cuando sólo tenía 12 años, bajo el mando de José Félix Ribas. Nació en Caracas el 4 de marzo de 1799, hijo de Antonio José Peinado y Doña María Marcelina Romero. Tuvo una infancia pobre. Luego de marchar en la tropa por casi dos años, el 24 de marzo de 1813 está en Calabozo como segundo practicante de cirujano del ejercito. Fue practicante meritorio en el Hospital de San Lázaro y trabajó en el Hospital de la Tropa y en el de La Caridad desde 1804 hasta el 26 de noviembre de 1825.

Haly

Médico de la región británica, proveniente de Irlanda. Trabajó como cirujano con las fuerzas de Cedeño. Cayo prisionero y fue fusilado en Calabozo en 1818.






















LA FACULTAD DE MEDICINA DE LA UCV Y LAS BOTICAS DEL GUÁRICO

POR: EDGARDO MALASPINA
La Facultad Médica de Caracas y las boticas del Guárico

La Facultad Médica de Caracas reglamentaba lo relacionado con las boticas y las droguerías, por cuanto era de su competencia ese ramo junto a las de medicina y cirugía. Los farmacéuticos estaban obligados a participar a la Facultad de sus labores. Debían vender sus medicamentos desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche; pero los profesores tenían derecho a realizar sus compras a cualquier hora de la noche. Se les prohibía a los boticarios despachar remedios si la receta no tenía la fecha, el nombre del paciente y del médico. Las recetas debían ser almacenadas por el boticario. El idioma de la receta podía ser el latín o el español. El boticario debía vigilar su farmacia y no dejar solos a los mancebos que así llamaban a los vendedores. La Facultad se reservaba el derecho de inspeccionar la botica en cualquier momento.

En 1836 los boticarios se quejaban ante la Facultad porque en las pulperias y bodegas se vendían drogas a precios más bajos.

Como la Facultad Médica se encargaba de inspeccionar las boticas, todos los años eran designadas las comisiones para las mismas.

Esta comisión revisaba la botica y daba sus recomendaciones y hasta tenía la fuerza legal para cerrar el establecimiento si notaba violaciones en la Ley. Por ejemplo a un señor en 1828 se le conminó a apuntar las sustancias venenosas, la fecha y el nombre a quien se las vendía. En 1831 la Facultad revisó las bodegas y pulperías de Caracas en busca de medicamentos vendidos a precios más bajos que en las boticas.

En 1855 se nombran las comisiones para inspeccionar las boticas del país. Pedro María García es designado para revisar las farmacias de Calabozo. A Pedro María García lo vemos en 1831 ante los tribunales per ejercicio ilegal de la medicina. En 1835 nuevamente es acusado, luego no se le molesta más; y después de su comisión en Calabozo aparece en 1886 revisando las boticas de Caracas y en 1883 lo tenemos de Vicepresidente de la Facultad de Medicina.


La Facultad Médica otorgaba las licencias para instalar boticas y prohibía establecer las mismas en los lugares donde no había profesores de Farmacia. No obstante, los médicos podían encargarse de las boticas en ausencias de los especialistas correspondientes.



Hasta 1856 la Facultad Médica otorgó las siguientes licencias para el Guárico:
1- El 11 de septiembre de 1841, a Narciso Carrera, en Calabozo.
2- El 27 de mayo de 1848, a Ventura Hernández, en San Rafael de Orituco.
3- El 8 de junio de 1848, a Marcos Medina, en Calabozo.
4- El 16 de julio de 1951, a Saúl León, en el Guárico (no especifican el pueblo).
5- El 5 de junio de 1852, a Valentín Guillen, en Chaguaramal de Perales.
6- El 13 de julio de 1856, a Julián González, en Chaguaramas.

UN GUARIQUEÑO EN LA SOCIEDAD DE INSTRUCCIÓN DE LA FACTLTAD MÉDICA DE CARACAS

POR:EDGARDO MALASPINA
Un guariqueño en la Sociedad de Instrucción de la Facultad Médica de Caracas

El Decreto creado de la Facultad Médica de Caracas fue emitido por Simón Bolívar el 25 de junio de 1827 y contemplaba la formación de una Sociedad Médica de Instrucción. Esta sociedad la constituían los miembros de la Facultad, los cursantes de medicina e individuos de letras que querían ser socios.

La Sociedad era un organismo de extensión para mantener el contacto entre la universidad, los egresados y demás hombres de ciencia para estudiar conjuntamente los problemas nacionales.

La Sociedad se instaló el 3 de noviembre de 1827 y su reglamento fue aprobado el 24 de noviembre de 1828. En las reuniones de la Sociedad se exponían trabajos sobre enfermedades, Historia de la Medicina y otros.

En 1829 fue admitido como socio cortrespondiente de la Sociedad José Félix Roscio.

José Félix Roscio nació en San Francisco de Tiznados en 1777. En Caracas estudió en el Seminario y en la Universidad.

En 1796 se graduó de bachiller en Artes (Filosofía) y en 1798 de bachiller en Ciencias Eclesiásticas. En 1800 se licenció en Teología. Ejerció el sacerdocio en Puerto Cabello. Fue enjuiciado en 1812 por simpatizar con los patriotas. En sus sermones apoyaba la causa de la Independencia. Fue encerrado en el castillo de Puerto Cabello. En 1813 le sobreseyaron la causa. En 1814 fue apresado y enviado a España. Fue liberado después de la Independencia. Se doctoró en Teología en 1824. Participó activamente en la vida política y social de Caracas, donde murió.

JOAQUIN CRESPO: UN LLANERO GUARIQUEÑO, REFORMADOR DE LOS ESTUDIOS MÉDICOS EN VENEZUELA

POR: EDGARDO MALASPINA
Un guariqueño reforma los estudios de medicina en el país

Ildefonso Leal en su “Historia de la UCV” se refiere al renacimiento de la medicina venezolana entre 1891 y 1900, asignándole un importante papel al General guariqueño Joaquín Crespo en esa labor.

Vargas intentó llevar la ciencia médica nacional a la altura de los centros europeos, luego de lo cual nuestra medicina se estanca por mucho tiempo. Francisco Antonio Rísquez dice que al incorporarse en 1887 a la universidad, los estudios de medicina se encontraban “Como los había dejado una larga década atrás, a la misma altura que los había colocado medio siglo antes la voluntad, el patriotismo y el genio de nuestro inmortal Vargas. Las mismas cátedras, con los solos cambios que la muerte ó los azares de la política habían introducido en el personal de sus profesores; los antiguos hospitales... los mismos textos en que era costumbre enseñar a los alumnos las páginas que debían estudiar y traer aprendidas a las clases; los mismos procedimientos de examen, sin otra diferencia que la de haber perdido los grados aquella antigua solemnidad, con sus mucetas y sus borlas, los bedeles con sus porros de plata y los importantes convenios bajo las bóvedas de San Francisco”.

Hasta 1888 los estudios médicos estaban en una situación de completo atraso; no existía la disección de cadáveres, la anatomía y la cirugía se estudiaban en libros y las cátedras clínicas de histología y bacteriología eran débiles. Ricardo Archila dice “que la enseñanza de la medicina era entonces puramente teórica; ni disecciones, ni laboratorios, ni hospitales, todo se tenía que aprender de memoria en los textos franceses que recomendaban los maestros. Antipedagogicamente impartían sus enseñanzas los profesores por medio de las explicaciones orales y las lecciones de memoria”.

En medio de esas circunstancias desfavorables el General Joaquín Crespo decretó en 1895 la creación de las cátedras de Clínica Médica, Clínica Quirúrgica y Clínica Obstétrica y Ginecología. Crespo designó para dirigir esas cátedras a los doctores Santos Dominici, Pablo Acosta Ortiz y Miguel Ruíz, todos destacados científicos. Además Crespo en 1896 realizó reformas en el programa de enseñanza de la medicina en la Universidad Central de Venezuela.

Joaquín Crespo nació el 22 de agosto de 1841 en San Francisco de Cara, perteneciente al antiguo Cantón de San Sebastián de los Reyes, provincia de Caracas. San Francisco de Cara, situado en la márgen derecha del río Guárico lo vió nacer, pero Parapara, cerca de Ortiz, fue el pueblo de su niñez y hasta tal punto esta identificado con ese pueblo que los cantores populares le daban la bienvenida con el cuarteto:

Saludo al General Crespo
que nació aquí en Parapara
perro que come manteca
mete la lengua en tapara.

Además el Guárico fue su centro de operaciones políticas y militares. Su carrera como hombre de armas la inició desde la propia infancia a la órden de los generales Zoilo Medrano, Manuel Borrego y José de Jesús González. Lucho para la causa Federal; por sus victorias militares recibió el título de “Héroe del Deber Cumplido” según acuerdo del Congreso Nacional. Don Manuel Aquino dice: “(Crespo) Magnánimo, guerrero, temerario y contumaz en el combate. Su vida está estrechamente ligada a la provincia, lleva a sus amigos guariqueños a altísimas posiciones del poder bajo su lema personal: el que no manda con los suyos se suicida”.

Fue un gran demócrata que respetó la prensa y la libre expresión del pensamiento. Como ejemplo tenemos la siguiente anécdota: Un periodista critica a Crespo en su periódico constantemente. El periódico es elaborado en una imprenta de poca calidad y antigua por lo tanto son borrosos los párrafos. Crespo manda a buscar al periodista y le dice: “Amigo necesita usted cambiar el periódico, darle nuevo formato y mejor presentación; en fin que sea digno del Presidente de la República. Usted siga sus críticas; pero en escritos claros y bien presentados”. De inmediato le da una órden para que el periodista opositor adquiera nuevos equipos de imprenta.

Julio De Armas le adjudica a Joaquín Crespo como características temperamentales la fe, el valor y la lealtad; además, De Armas apreciaba en el General el respeto por los asuntos universitarios y narraba el siguiente relato: “pasaba el General Crespo con varios de sus Ministros por el frente de la Universidad Central. Como de costumbre, se encontraban unos estudiantes en la puerta del edificio; y he aquí que la muchachada, esa muchachada que es siempre la misma, llena de rebeldía constructiva como debe ser la juventud, se produce en manifestaciones hostiles hacia el Presidente Crespo, y algunos, más atrevidos, llegar hasta proferir frases irrespetuosas. Cuando el grupo llegó a Miraflores, aún se hacían lenguas los ministros acerca de las medidas que habían que tomarse. Hablábase de prisiones y hasta de destierros. Y al día siguiente, al reunirse el Gabinete, volvió el asunto al tapete; y Crespo, como solía hacerlo, habló de último, después de oir las opiniones:

“Bien señores Ministros: no encontrando solución al caso, la solución es que yo no pase más por la universidad”.

Crespo fue Presidente de la República de 1884 a 1880 y de 1892 a 1896. Las reformas de los estudios médicos en la Universidad Central las hace en su segundo mandato. Con el decreto del 31 de enero de 1845, Crespo crea las cátedras de Clínica Médica, Anatomía Patológica, Clínica Quirúrgica y Clínica Obstétrica y Ginecología con sus respectivos servicios en el Hospital Vargas, la ubicación en su año respectivo y el pago correspondiente a los profesores.

En el segundo decreto emitido el 1 de agosto de 1896 se estipulan las disciplinas requeridas para optar al grado de Doctor en Medicina y Cirugía, se distribuyen las materias por cátedras, se institucionalizan los ejercicios prácticos de laboratorio en Fisiología, Bacteriología, Física, Química y las disecciones en Anatomía. Además se restructura la distribución de las asignaturas de acuerdo a los años de estudio.

Los decretos firmados por Crespo para la reforma de los estudios médicos en la UCV dice textualmente:

JOAQUIN CRESPO

Presidente Constitucional de los Estados Unidos
de Venezuela, etc.

“Con el fin de propender al perfeccionamiento del estudio de las Ciencias Médicas, en la Universidad Central de Venezuela,

Decreto:

Artículo 1º - Se establecen en el Hospital “Vargas·, de esta ciudad, las cátedras de Clínica Médica y Anatomía Patológica, de Clínica Quirúrgica y de Clínica de Obstetricia y Ginecología, dependientes de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad mencionada.

Artículo 2º - Cada uno de los profesores de las clases referidas tendrán un servicio adecuado en el hospital indicado.

Artículo 3º - Las materias correspondientes a estas cátedras quedan adscritas al 3er. bienio de ciencias Médicas; y con las certificación de haber sido examinado y aprobado en ellas, se suplirá la de que trata el artículo 57 del Decreto citado, relativo a la práctica profesional.

Artículo 4º - Se señala la asignación mensual de Bs. 200 para sueldo de cada uno de los Profesores de las cátedras expresadas, los cuales serán nombrados de conformidad con las prescripciones del artículo 109 del mismo Decreto.

Artículo 5º - Se autoriza al Rector y al Presidente de la Facultad de Ciencias Médicas de dicha Universidad, para dictar las disposiciones reglamentarias de estas cátedras, en todo lo relativo a inscripción de alumnos, horas de clase y exámenes, sujetándose para ello al espíritu y letra del susodicho Decreto.

Artículo 6º El Ministro de Instrucción Pública y el Gobernador del Distrito Federal, quedan encargados de la ejecución de este Decreto.

Dado, firmado, sellado y refrendado por el Ministro de Instrucción Pública, y el Gobernador del Distrito Federal, en el Palacio Federal de Caracas, a 31 de enero de 1895. – Año 84º de la Indepencia y 36º de la Federación. –
(Fdo.) Joaquín Crespo. – Refrendado, El Ministro de Instrucción Pública. –
Luis Espelosín. – Refrendado, El Gobernador del Distrito Federal, F. Tosta García”.

JOAQUÍN CRESPO,

Presidente Constitucional de los Estados Unidos de Venezuela,

Considerando:

Que después que está en Vigor la Ley de 24 de septiembre de 1883, sobre Instrucción Superior y Científica, el Ejecutivo Nacional en uso de la atribución que le concede el artículo 148 de la misma Ley ha creado nuevas asignaturas en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central, lo cual hace indispensable una nueva organización en el plan general de la enseñanza de dichas ciencias,

Decreto:

Artículo 1. – Para optar al grado de Doctor en Medicina y Cirugía de la Universidad Central de Venezuela se requiere: haber sido examinado y aprobado en las materias siguientes: Anatomía Descriptiva, Histología, Fisiología Experimental, Patología General, Patología Interna, Patología Externa, Medicina Operatoria, Obstetricia, Ginecología, Pediatría, Terapéutica, Higiéne, Materia Médica, Medicina Legal, Toxicología, Antropología, Física y Química Médicas, Clínica Médica, Clínica Quirúrgica, Clínica Ginecológica y Obstétrica, Anatomía Patológica, Historia de la Medicina.

Artículo 2. – Estas materias se distribuyen en once cátedras servidas cada una por un profesor a saber: 1º - Anatomía Dexcriptiva; 2º - Histología y Bacterilogía, Fisiología Experimental; 3º - Patología General e Interna; 4º - Patología Externa; 5º - Obstetricia, Ginecología y Pediatría; 6º - Terapéutica, Materia Médica e Higiene; 7º - Física y Química médicas; Medicina Legal y Toxicología; 8º - Clínica Médica y Anatomía Patológica; 9º - Clínica Quirúrgica; 10º – Clínica Ginecológica y Obstetricia; 11º - Antropología e Historia de la Medicina.

Artículo 3 – Además de estas cátedras habrá ejercicios prácticos de Histología y Bacteriología en el Laboratorio de Fisiología Experimental bajo la dirección del profesor de Fisiología; ejercicios prácticos de Disección y Medicina Operatoria en el anfiteátro anatómico, bajo la dirección del profesor de Anatomía y ejercicios prácticos de Física y Química Médica bajo la dirección del profesor correspondiente. Estos ejercicios son obligatorios para todos los alumnos.

Artículo 4- La enseñanza se distribuye en los seis años que dispone la Ley del modo siguiente:

Primer año: Física y Química Médicas.
Anatomía Descriptiva (primer curso).
Ejercicios prácticos de Histología y Bacteriología.

Segundo año: Anatomía Descriptiva (2º curso).
Fisiología Experimental.
Ejercicios prácticos de disección.

Tercer año: Patología General.
Patología Externa (primer curso)
Ejercicios prácticos de Medicina Operatoria.

Cuarto año: Patología Interna.
Patología Externa (2º curso).
Obstetricia.
Clínicas.

Quinto año: Terapéutica y Materia Médica.
Ginecología y Pediatría.
Antropología.
Clínicas.

Sexto año: Higiéne pública y privada.
Medicina Legal y Toxicología.
Historia de la Medcina.
Clínicas.

Artículo 5 – Además de las materias señaladas, los aspirantes al grado de Doctor en Medicina están obligados a comprobar que han cursado Historia Natural, Historia Universal y dos idiomas vivos, como lo dispone la Ley.

Artículo 6 – La Facultad de Medicina reglamentará los ejercicios prácticos de Histología, Bacteriología, Disección y Medicina Operatoria, la enseñanza clínica y los exámenes anuales de estas materias.

Artículo 7 – Los alumnos al inscribirse para tomar parte en los ejercicios prácticos harán efectiva una contribución anual de cuarenta y cinco bolívares (Bs. 45) que se destinarán a la conservación de los respectivos laboratorios y cuyo empleo se designará en el reglamento de que trata el artículo anterior.

Artículo 8 – Los actuales cursantes harán sus estudios de Física y Química durante el tercero y quinto año.

Artículo 9 – Los estudios de Antropología, como la Medicina Legal son obligatorios para todos los cursantes de Ciencias Políticas.

Artículo 10 – Se declaran vacantes todas las cátedras de Medicina de la Universidad Central y el Rector pasará al Ministerio de Instrucción Pública las ternas respectivas para proveerlas con títulos definitivos.

Artículo 11 – Las disposiciones de este Decreto empezarán a regir el 15 de septiembre próximo.

Dado, firmado, sellado con el sello del Ejecutivo Nacional y refrendado por el Ministro de Instrucción Pública en el Palacio Federal, en Caracas, a siete de agosto de mil ochocientos noventa y seis. – Año 86º de la Independencia y 38º de la Federación.

Refrendado. JOAQUÍN CRESPO
El Ministro de Instrucción Pública, Federico R. Chirinos.


CALABOZO: CUNA DE LOS ESTUDIOS MÉDICOS GUARIQUEÑOS


POR: EDGARDO MALASPINA





Calabozo: Cuna de los estudios médicos guariqueños

El Colegio Federal de Calabozo del Estado Guzmán Blanco, al ser llevado a la primera categoría con la prerrogativa de conferir títulos de Doctor en Ciencias Médicas, es el antecesor institucional del Programa Dr. José Francisco Torrealba del área de Ciencias de la salud de la Universidad Rómulo Gallegos.

Calabozo no sólo es la cuna de los estudios médicos guariqueños sino tambien de la educación en la región. Como en casi todos los pueblos de Venezuela durante la época colonial en el Guárico la educación era impartida por los padres, los misioneros, los curas y los maestros particulares. Según Lucas Guillermo Lara a la llegada del Obispo Martí en Calabozo no había escuela. El Cabildo de la ciudad se dirigió a Martí solicitándole la apertura de una escuela pública con su preceptor y estatutos respectivos. El Ayuntamineto se comprometía a pagar una renta de 25 pesos anuales al maestro. Los padres debían cancelar mensualmente 2 reales por leer, 4 reales por leer y escribir, 4 reales por contar y 8 reales por estudios de gramática. Los pobres estaban exonerados de pago. El Obispo estuvo de acuerdo y la institución recién creada fue denominada Escuela Pública de Primeras Letras y Latinidad. Su primer preceptor fue Don José Julián Llamosa. Esto sucedía en 1780. La educación religiosa era la asignatura fuerte de la escuela, los alumnos debían asistir a misa todos los días y confesarse una vez al mes. El maestro debía trabajar todos los días de 8 a 10 y media de la mañana y de 3 a 5 de la tarde. Los domingos eran libres. Se rezaba antes de iniciar la clase. Se estudiaba gramática con los textos de Nebrija. Con el tiempo los estudiantes debían estudiar todas las materias en latín. La poesía era muy importante. Leían a Ovidio, Virgilio y Homero. Las oraciones y construcciones idiomáticas de Cicerón eran estudiadas en retórica.

En 1786 la escuela funcionaba y se le llamaba de Primeras Letras, Latinidad y Retórica de Calabozo. El maestro, en los informes del Cabildo, es nombrado como “el escolero público”.

Dos Médicos son los primeros Rectores del Colegio Nacional de Calabozo

El Dr. Adolfo Rodríguez en su obra El Estado Guárico, orígenes, Mundo y Gente dice que el 13 de julio de 1839 es decretado el Colegio Nacional de Calabozo, “cuyo primer rector nominado es Bartolomé Liendo, pero el efectivo será el médico zuliano José de Briceño...”


Doctor Bartolomé Liendo

Bartolomé Liendo participó en las guerras independentistas desde 1814. Su ingreso lo hace con la emigración a Oriente. Liendo se hizo Ferviente bolivariano desde esa época. Cuentan que el Libertador lo ayudó a subir un barranco, siendo Bartolomé un muchacho. El Dr. Liendo recibió su título de médico en la Universidad de Colombia el 26 de Noviembre de 1826. Fue admitido en la Facultad Médica de Caracas el 19 de mayo de 1832. La revalida se le aceptó sin examen.

Liendo había tomado parte en la batalla de Aragua de Barcelona y otros combates. Viajó a Nueva Granada donde realizó sus estudios de medicina. Bolívar lo designó cirujano del ejército de la Gran Colombia. Se incorporó como Doctor en Medicina y Cirugía de la Universidad Central de Venezuela el 26 de Junio de 1847. Antes, en 1836; aparece en una comisión de la Facultad de Medicina para investigar un volcán de la Parroquia de Sanare, Cantón Tocuyo. Liendo nació en Caracas en la última década del siglo XVIII y murió en esa misma ciudad a una edad muy avanzada. Dejó una numerosa descendencia.


Doctor José de Briceño

El Libertador pasó por Maracaibo en 1821 y reclutó al joven José de Briceño para incorporarlo al ejército republicano. Tenía 14 años el futuro doctor José de Briceño. Su nacimiento data del 12 de noviembre de 1807 en Maracaibo, siendo sus padres Don Domingo Briceño y Briceño y Doña Ramona Carmona. El niño José participó en la Batalla de Carabobo con el batallón Tiradores de La Guardia.

José de Briceño estudió en Europa química, matemática e idiomas. Estudió Medicina en la Universidad Central de Venezuela. Se graduó de Doctor en Medicina el 28 de octubre de 1838. Tuvo siete hijos con Doña Rosalía Alamo. En 1839 fue designado Rector del Colegio Nacional de Calabozo. Aquí se destacó como gran pedagógo. En 1853 sucedió al Doctor José María Vargas en la cátedra de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. Desempeñó ese cargo por treinta años y por la mitad de la dotación mensual correspondiente a la cátedra. A la muerte de Vargas en Nueva York el 13 de julio de 1854 se sacó la cátedra a concurso por edicto convocatorio el 5 de septiembre de 1854 y se opusieron: José Arnal, Ramón Ramos y José de Briceño. Ganó el Dr. José de Briceño y se le declaró catedrático propietario el 23 de enero de 1855.

El Dr. Briceño enseñaba la Anatomía siguiendo el mismo método de Vargas. En 1874 utilizaba la misma obra de Vargas, argumentando: “El texto seguido, hasta hoy, en la clase de Anatomía que regento es la obra del Sr. Dr. José Vargas, mi ilustre antecesor, compuestamente expresamente para la enseñanza de ésta ciencia en la Universidad de Caracas. En mi larga carrera del profesorado no he encontrado libro más competente ni que mejor llena el honorable fin que se propuso nuestro sabio maestro. Y a falta de las razones que de lo expuesto se desprenden para recomendar la continuación de la enseñanza en ésta cátedra por el libro que nos sirve de guía hoy todavía, la grata memoria del eminente facultativo y distinguido ciudadano, que fue su fundador, sería por si solo motivo suficiente para pedir y suplicar que asi se acordase”.

En 1865 fue concejal del Ilustre Ayuntamiento del Distrito Federal. Allí defendió a Andrés Bello de algunos detractores que se negaban a colocar su retrato en el Salon de Sesiones. Presidió la Facultad Médica de Caracas. Fue vicerrector de la Universidad Central de Venezuela en 1870.

Su carácter era alegre y festivo. Tuvo muchos éxitos en su práctica médica. En 1873, siendo presidente del Consejo Municipal del Distrito Federal (Gobernador) inauguró los carnavales de Caracas. Un cuarteto recuerda esa momento:
Gloria, Gloria a Don José
que inauguró el Carnaval
esta fiesta sin igual
promovida por él fue.

El Doctor José Briceño fue también catedrático de Higiéne y Fisiología de la facultad de Medicina de la UCV y fundador de la Academia Nacional de Historia. Recibió La Órden del Libertador y la Medalla de Instrucción Pública.

Escribió mucho. Entre sus obras tenemos: Fisiología: Experimentos que prueban que el nervio glosofaríngeo es el especial del gusto, Colera Morbus, el Gremio Médico en Caracas en el año 1877, La Espada Redentora de los Humanos; una biografía de su tío, el Doctor Antonio Nicolás Briceño.

El Doctor José de Briceño fue un médico práctico destacado. El 17 de marzo de 1853 la facultad médica, por proposición del Dr. Toribio González, autorizó a su director, Dr. José de Briceño, para que manifieste al Gobierno la aparición bien comprobada de la fiebre amarilla en Caracas y sugerir las medidas de órden sanitario convenientes. El Dr. José de Briceño pasó sus últimos días en su fundo agrícola.

El Doctor Francisco Antonio Rízquez, su discípulo dijo de él: “Aquel viejo de voz recia, de mirada escudriñadora, de hablar ameno, ocupando la curul donde se había sentado el que llamaba invariablemente con tono de respetuosidad, hoy anacrónico, el Doctor Vargas, me impresionó honda y gratamente... Pepe Briceño, como familiarmente le llamábamos a espaldas sus discípulos, era un catedrático sugestivo hasta donde podía serlo en aquella materia, cuando se acostumbraban las prácticas anatómicas de obligación”.


El Colegio Federal de Calabozo es llevado a Primera Categoría y otorga títulos de Doctor en Ciencias Médicas

El Doctor Campins y Ballester abrió en la Universidad de Caracas la cátedra de Medicina el 10 de octubre de 1736. En 1775 la Universidad de Caracas otorgó el título de Bachiller en Medicina a José Francisco Molina, procedente de Puerto Cabello. En esa época los estudiantes cursaban tres años de latín, tres de filosofía y tres de bachillerato en medicina. Para recibir el título de Doctor en Medicina se requerían tres años más de estudios.

La facultad de Medicina de Caracas fue instalada en 1827 con las reformas programadas por Vargas y refrendadas por Simón Bolívar.

Otras ciudades del país no se quedaban atrás con respecto a las cátedras de medicina. El Real Colegio de Mérida fundó su cátedra de Medicina en 1805. En 1850 el Colegio de Cumaná abrió su primer curso de medicina. El Colegio de Carabobo inauguró un curso médico en 1852. En 1854 lo hizo Maracaibo. La Escuela Médica de Guayana empezó a funcionar en 1858.

Desde el 8 de junio de 1875 se reorganizaron los colegios de la República y se crearon otros en cada capital de Estado. Se dividieron los colegios en tres categorías: Federales, Seccionales y de Primera Categoría. Estos últimos tenían la función de administrar tanto la enseñanza secundaria como la superior. El nombre de primera categoría servía para distinguirlos de los simplemente Colegios Federales que estaban unicamente destinados al suministro de la enseñanza secundaria.

Entre los colegios de primera categoría con escuelas de medicina estaban el de Falcón – Zulia, creado en 1881 y el de Barquisimeto fundado en 1884.

El colegio de primera categoría de Calabozo fue decretado el 29 de agosto de 1883, y podía otorgar los títulos en Ciencias Políticas, Ciencias Eclesiásticas y Ciencias Médicas.

Los colegios de primera categoría que tenían escuelas de medicina por lo general contemplaban en sus programas las siguientes materias: primer año, Anatomía General e Higiéne; segundo año, Anatomía Descriptiva y Fisiología; tercer año, Patología General, Cirugía General y Medicina Operatoria; cuarto año, Patología Interna, Cirugía Especial y Obstetricia; quinto año, Química Orgánica, Terapéutica y Materia Médica, y sexto año, Medicina Legal y Toxicología. El programa de la facultad de Medicina del colegio de primera categoría de Calabozo se diferencia muy poco del arriba descrito.

La facultad de Ciencias Médicas la conformaban el Doctor Estanislao Landaeta en la presidencia; Ignacio Oropeza Blanco en la Vicepresidencias; el Doctor Cecilio Sarmiento en la secretaría; y los vocales Pedro María García, Miguel Antonio Montiel, Juan Bautista Rodríguez, José Francisco Delgado y Antonio María Parra.

En 1883 se inician las clases. El Dr. Oropeza enseña Anatomía y el Dr. Landaeta se encarga de Higiene. Nueve estudiantes se inscriben, entre ellos Vicente Viana Camacho, Lazo Martí, Carlos Segundo Madera y José María Carreño Pérez.

Vicente Viana Camacho obtuvo su título de Doctor en Ciencias Médicas en 1890 y luego en la Universidad Central de Venezuela se graduó de Agrimensor Público y de Procurador Judicial. Se dedicó a la abogacía y fue presidente de la Corte Suprema del Estado Guárico. Defendió el derecho de Calabozo para ser capital del Estado. Nació en 1864 y murió en 1948.

En 1888 reciben su título de Bachiller en Ciencias Médicas Lazo Martí, José María Carreño y Carlos Segundo Madera.

José María Carreño Pérez nació en Calabozo en 1868. Fue un gran orador. En 1911 pronunció un memorable discurso con motivo de la inauguración de los servicios públicos en el Hospital de San José de Calabozo. Escribió para el periódico Argos. Publicó El Centenario de la Independencia. Murió en 1912.

Carlos Segundo Madera nació misión de Los Angeles en 1861. Ejerció la medicina como un verdaderoapostol. Compartió su profesión con el periodismo y la poesía. Fue amigo de Lazo Martí, este le dedicó el poema Hojas de Hiedra. El 8 de febrero de 1887 es designado profesor de inglés en el colegio. Fue muy querido y apreciado por su talento y gran calidad humana. Murió en Calabozo en 1927.

Angel Rafael Acosta dice: “El Doctor Carlos Segundo Madera nace en el año de 1861 y muere en Calabozo en 1927. Hijo de Urbano Madera y Mercedes de Madera, gente humilde y trabajadora. Su padre fue campesino y agricultor en la Misión de Arriba y hombre de recia formación llanera acostumbrado a las labores del campo en vegas y prados de su propiedad existentes para ese entonces en las costas del río Guárico. Madera resultó el más destacado de sus seis hermanos: Agapito, Ceferino, Manuel, Rosaura, Felícitas y Simona. Joven ingresa al Colegio Federal de Primera Categoría llamado “Guzmán Blanco” que existió en Calabozo en las décadas finales del siglo XIX bajo el rectorado, primero, del notable pedagogo Angel Moreno y Fernández y más tarde, de don Evaristo Fombona, abuelo de Rufino Blanco Fombona. Allí cursa sus estudios de Medicina hasta obtener el doctorado. Contemporáneo del poeta Francisco Lazo Martí y el periodista, abogado y tribuno Filiberto Rodríguez Motamayor, sus dos entrañables amigos, el doctor Madera cultivó asimismo, dentro de la cátedra y los estudios, la amistad y el compañerismo de José María y Francisco Carreño, de Arístides Landaeta, Rafael Parra y otras figuras que sobresalieron como profesionales y científicos.

Negro de pelo achicharronado, como se ve en la gráfica; caballero y ciudadano de altas virtudes; culto en el hablar y fino en la cortesía y el trato social, Carlos Segundo Madera, por las mismas cualidades humanísticas que le singularizaron en su vida de hombre y de científico, gozó de acendrado aprecio en la sociedad de su tiempo. Fue compadre de sacramentos de Filiberto Rodríguez Motamayor, de Vicente Viana Camacho, de José Rafael Viso, de los doctores Luis Ascanio García y Miguel A. Espinosa y del General Juan Andrés Acosta. El poeta Lazo Martí, además de honrarle con su amistad, le dedicó en vida varios de sus magistrales poemas. Llevó a la pila bautismal en Calabozo a Marco Aurelio Rodríguez, a Pedro Viana González, a Rafael Angel Viso Pittaluga, a José Ramón Ascanio Rodríguez, al Dr. Alfonso Espinosa y al que esto escribe. El doctor y general Roberto Vargas, hombre parco en el elogio de los mismos, ponderaba siempre los méritos del Doctor Madera diciendo que era un médico de piel negra pero que tenía el alma blanca. El pueblo calaboceño lo recuerda con cariño desde la época de la gripe española cuando el científico y el hombre se conjugaron en alma y corazón para socorrer a los enfermos con solicitud y humanidad víctimas de la tremenda epidemia.

Madera, el médico, el amigo y el compañero, lloró como el que más la muerte de Lazo Martí. Cuando el poeta, en el mismo año de su fallecimiento, regresa de Barinas a Calabozo y lo ve partir, dramáticamente deshecho por la enfermedad, rumbo a Caracas y Maiquetía en solicitud de alivios para sus graves quebrantos, exterioriza a persona de su intimidad los temores y la angustia que le embargan ante la deplorable salud del bardo llanero. En ese amargante trance sentimental, por la piel oscura del galeno calaboceño, rodaron a hurtillas encendidas lágrimas de dolor”. (41)

El segundo año de Ciencias Médicas se inicia en 1884. Anatomía Descriptiva enseña Cecilio Sarmiento; y Fisiología es dictada por Estanislao Landaeta.

El Dr. Cecilio Sarmiento además de médico era escritor, periodista y orador. Se destacó como impulsor de la cultura regional. Fue tambien vicerector del colegio de primera categoría de Calabozo en 1882. Escribió la obra “Sobre la loza de mi amigo Clemente”.


En 1884 la facultad de Ciencias Médicas atraviesa una crisis: No hay instrumentos quirúrgicos ni esqueletos para los estudios.

En 1885 José Gregorio Domínguez es nombrado para regentar la cátedra de Anatomía y se inicia el tercer año de medicina con Patología General, Cirugía General y Medicina Operatoria. El Dr. Francisco Monroy González es presidente de la facultad de Ciencias Médicas.

Francisco Monroy González nació en Calabozo en 1860. Fue tambien escritor y periodista. En 1886 junto con el Dr. Estanislao Landaeta publicó el periódico La Palabra en el cual se emitían opiniones científicas y literarias. En 1888 fue Rector del colegio. Fue profesor de Patología Interna y General, comisionado del Ministerio de Sanidad. En 1883 pronunció en la Sociedad Amigos del Saber el discurso “¿Tiene el pueblo de Venezuela la suficiente educación para regirse por el sistema federal?”. Como médico recorrió el Guárico aplicando sus conocimientos a favor de la salud de sus pobladores. Murió en 1932.

El 14 de diciembre de 1885 son nombrados Monroy para dirigir la cátedra de Patología General e Interna; y Cecilio Sarmiento en la de Cirugía y Obstetricia.

En septiembre de 1885 se inicia el cuarto año de medicina con Patología Interna, Obstetricia y Cirugía. Lazo Martí da clases de alemán.

En 1887 el quinto año de medicina arranca con Química Inorgánica, Terapéutica y Materia Médica. Las prácticas las realizan los estudiantes durante dos años en la clínica del Hospital de Beneficiencia de Calabozo. En la clase de Anatomía carecen de los instrumentos necesarios.

En 1888 en el sexto año de medicina se estudia Química Orgánica, animal y vegetal, Medicina Legal y Toxicología.

Ese mismo año aparece el Dr. José Ignacio Oropeza Blanco como profesor de Anatomía General y Descriptiva. El sueldo de un profesor es de 120 bolívares. Comienzan sus estudios médicos Carlos Hulsen, Paulo Emilio Landaeta, Francisco García, José Tomás Crúces y Rafael Parra.

En 1893 la facultad de Ciencias Médicas estaba dirigida por Estanislao Landaeta como presidente y Monroy González en la vicepresidencia. Los vocales eran José María Carreño, Juan Bautista Rodríguez, Guillermo Rodríguez, Arístides Landaeta, Carlos Segundo Madera, Viana Camacho y Luis Ascanio.

Luis Ascanio nació en Calabozo en 1868. Fue médico y poeta. Escribió sobre literatura, historia y temás científicos. Realizó una obra humanitaria importante. Murió en Calabozo en 1953.

En 1894 obtienen el título de Doctor en Ciencias Médicas Francisco Carreño, Paulo Emilio Landaeta, Carlos Hulsen y Rafael Parra Soto.

Paulo Landaeta nació en Calabozo en 1870. Fue un médico dedicado a los pobres, a quienes atendía y regalaba los medicamentos. Se le recuerda como hombre honorable y cortez. Contrajo matriomonio con Margarita Lazo Martí, hermana del poeta.

En 1895 comienza un nuevo curso de medicina con cinco alumnos. Los profesores son Monroy González y Paulo Landaeta. José María Carreño trabaja en el tercer año.

En 1897 Lazo Martí es vicerrector del colegio y dicta clases de Patología Interna a los alumnos del cuerto año. Además funcionan el segundo y el quinto año. Los estudiantes de éste último curso se retiran del colegio y se incorporan a la carrera de medicina en la Universidad Central de Venezuela.

A principios del siglo XX desapareció el Colegio de Primera Categoría de Calabozo.





El primer Médico graduado en Guárico

El primero en recibir el título de Doctor en Ciencias Médicas en el Colegio de Primera Categoría de Calabozo fue el bachiller Antonio María Parra. El jurado examinador lo constituían Miguel Antonio Montiel, Juan Bautista Rodríguez, Ignacio Oropeza Blanco, Estanislao Landaeta y Cecilio Sarmiento. El examen se realizó en el Salón de actas del Colegio el 17 de noviembre de 1883. Veinticuatro horas antes Parra había escogido su pregunta a la suerte. Su tema era “Todo paciente bajo la influencia de caquexia palúdica si no puede huir del paludismo (la causa) esta fatalmente condenado a muerte”. Hizo su exposición. En el examen se trataron puntos como la fiebre intermitente de los niños de pecho y de la segunda infancia y su diferencia con los adultos, y la afasia como accidente raro de la infancia.

Cada examinador interrogó a Parra por media hora. Lo aprobaron con la calificación de sobresaliente. El candidato pidió el grado de Doctor acompañado del Monseñor Sendrea. El Rector le impuso el grado con el Busto del Libertador.

El segundo grado de Doctor fue concedido al bachiller Juan José Bracho el 10 de noviembre de 1885.


FRANCISCO LAZO MARTÍ: MÉDICO Y POETA



POR :EDGARDO MALASPINA



Francisco Lazo Martí: Profesor de Patología Interna en el Colegio de Primera Categoría de Calabozo

EL MÉDICO
La labor de Médico de Lazo Martí es muy poco conocida. Como Chejov, Bulgakov y Manuel Díaz Rodríguez cambió rápidamente el estetoscopio por la pluma, el récipe por el verso. Prefirió auscultar el alma de los hombres. Optó por la rima del verbo antes que por el ritmo del corazón. En 1884, cursando el primer año de Ciencias Médicas, obtuvo el primer premio al rendir exámenes en Anatomía e Higiéne. En 1885, en el segundo año de medicina, se adjudica un sobresaliente en Anatomía descriptiva y Fisiología. En 1886, en su tercer año, continúa con buenas notas en medicina Operatoria, Cirugía y Patología. En cuarto año tiene como materias Patología Interna, Cirugía y Obstetricia, Medicina Legal y Toxicología. En 1890 se le expide una constancia por haber asistido dos años a la Clínica del Hospital de Beneficencia de Calabozo. En 1890 rinde en exámenes en la Universidad Central para obtener el Título de Médico. Le preguntan acerca de los tumores abdominales, el líquido ascético, los papilomas, las verrugas y la enfermedad de Addison. Termina con éxito e inmediatamente le escribe a un amigo: “Hoy recibí Título, regularcito”.

En 1886 Lazo Martí es profesor de Alemán en el Colegio de Primera Categoría de Calabozo, donde cursaba la carrera de Medicina. En 1897 es vicerrector de esa institución y dicta clases de Patología Interna a los estudiantes del cuarto año de Ciencias Médicas.

Oscar Sambrano Urdaneta nos da una noción del ejercicio de Lazo Martí en su profesión médica: “Largo rato estuvo inclinado sobre la paciente, auscultándola. Al final extrajo de su maletín un frasquito de pastillas y lo entregó al muchacho con las indicaciones debidas. Este último ni siquiera intentó preguntarle al médico por el valor de la visita, pues conocía de sobra que aquel señor humanitario era incapaz de cobrarle a los pobres como ellos”.

Argénis Rodríguez dice: “Como calaboceño, Lazo Martí no le cobraba a los paisanos y se ve en la necesidad de instalarse en Puerto Nutrias, Barinas. Pero aquí tampoco vive de la medicina. Regala remedios, no cobra y es entonces cuando se le ocurre meterse a comerciante y vende papelón, queso, panelas, frutos de la tierra, tabaco en rama y café. Tiene algo así como una pulpería. Vende cuerdas de gallos de pelea”.

Estaba convencido de que su profesión de médico era para satisfacer la necesidad espiritual de ayudar al necesitado; por eso una vez escribe a alguien que quiere ser médico: “no cuentes con que ese oficio, tan penoso, te haga rico”.

LA FILOSOFÍA MÉDICA DEL POETA

El pensamiento filosófico ha tenido a través de la Historia de la Medicina representación de casi todas sus corrientes: desde los animistas, escépticos, malthusionistas, preformistas hasta los cínicos, nihilistas, voluntaristas, economistas, deterministas, idealistas, materialistas. Chamberlen, médico escocés del siglo XVII, fue una especie de protovalerio: inventó los fórceps obstétricos, usándolos ampliamente en secreto para su propio enriquecimiento; mientras tanto miles de mujeres morían con sus niños en los partos donde esos instrumentos estaban indicados. Palfyn fue el antípoda de Chamberlen: inventó su propio modelo de fórceps e inmediatamente comunicó sobre esto a la Academia de Ciencias de París. He allí dos posiciones filosóficas al ejercer la medicina: la misantrópica y la filantrópica, la egoísta y la altruista.

El ejercicio de la medicina, como cualquier otro desempeño humano, está guiado en su cotidianidad por una actitud filosófica, consciente o inconsciente; militante o espontánea.

En Venezuela, desde sus propios inicios, la medicina estuvo ligada a la filosofía. Lorenzo Campins y Ballestes, Francisco Molina, Vicente Fajardo y muchos otros pioneros de nuestra ciencia hipocrática fueron médicos – filósofos. Elllos eran dignos representantes de la filosofía escolástica en boga en ese entonces. Correspondió a José María Vargas romper esos esquemas con su materialismo pragmático y experimentalista. Vargas era vector del pensamiento médico – filosófico progresista de la época y llegó incluso a traducir al español El Contrato Social de Rousseau.

Lisandro Alvarado se atenía en sus principios médico – filosóficos al materialismo y la diálectica. Rafael Villavicencio y Adolfo Ernst fueron los máximos representantes del positivismo en la medicina Venezolana. Y es en la escuela positivista de estos dos maestros donde se forja el pensamiento médico de Lazo Martí. Para los positivistas el objetivo de la ciencia radica en la descripción pura de los hechos, en la experiencia directa, en la razón. Los problemas científicos se resuelven aplicando los fundamentos del raciocinio. Con todas sus limitaciones ese fue el marco teórico filosófico de los estudios médicos de Lazo Martí.

En la práctica la actitud del médico puede ser distinta. La posición cambia cuando se tiene un paciente con las miserias de su cuerpo, el dolor de la enfermedad y el agobio de la circunstancia económica adversa.

En Venezuela muchos médicos se han destacado al tener como filosofía de vida el apostolado de su profesión. Estos grandes hombres tuvieron por creado el altruismo, el humanismo, el amor al prójimo, la comprensión de la tragedia ajena como si fuera propia. Allí están, entre otros, José Gregorio Hernández, Emilio Conde Flores, Alfredo Machado, Eloy Calvo, Juan Lavie y Francisco Lazo Martí, que como todos sabemos, no teniendo para comer no cobraba a sus pacientes de los estratos sociales más desfavorecidos. Lazo Martí pudo haber dicho con todo orgullo, como decía Alberto Plaza Izquierdo: “no coloco en mi bolsillo la lágrima del pobre”.

DESCRIPCIÓN DE LA FIEBRE EN UN SONETO

El Médico Lazo Martí describió los síntomas de la fiebre, una fiebre cualquiera, en un soneto, El Tumbador o Leñador:

En silencio la selva se recrea:
ya no turba su paz el rudo hachero
a cuyo golpe aquel roble altanero
vibraba con un ritmo de odisea.

Junto al árbol que un hálito menea,
presa de oculto mal yace el bracero:
y a través de la fronda un sol artero
con lanzas de cien puntas lo alancea.

Abrazando a su hacha de combate,
contraida la faz, en ceño adusto,
en garras de la fiebre se debate.

Y bajo el roble de la vida ignota
finge su cuerpo miserable arbusto
que despiadado el vendaval azota.

PROSA

Su Prosa era también Poesía. Muchos de sus artículos tienen el don y la belleza del verbo poético. Veamos por ejemplo:

El dolor, ese verdugo del alma, todo lo ha destruido. Como rocío que se evapora al poderoso influjo del calor solar, así las más bellas esperanzas que arrullaban nuestro pecho, se han evaporado ante el ardiente sol de la amarga realidad; las ilusiones, esos sueños del alma, se han disipado al soplo talador del turbón de la desgracia, la vida es un continuo y un triste recuerdo la miseria existencia.

El amor es tan variado como las flores; y como las flores
[hermoso.

Sentir es hablar con la naturaleza.
Pensar es hablar con el alma.
Para lo primero es necesario que nuestros sentidos
[se abran:

Para lo segundo, hay necesidad de que reconcentren .
Deseas comprender a Dios y admirar sus creaciones
[fuera de la vida

real, disponed por algunos instantes de vuestros
[pensamientos.

El hombre es obra de un pensamiento, y a él debe
[su redención.

Fuera del pensamiento no hay verdadera grandeza.

Quien verdaderamente siente, verdaderamente ama.

LA MUERTE

En 1908 se queja de dolores. Mientras examina a un niño siente que se le cae un brazo. Lisandro Alvarado dice que su letra en esa época es tambaleante y con mala ortografía. El ataque sorpresivo de la hemiplejía le impide andar a caballo unas pocas leguas en tierra plana. En cuatro versos refleja su estado anímico producto de la terrible enfermedad que lo lleva a la tumba:

Has llegado mortal. Mira callado
lo que llaman los hombres maravilla!
Adora este coloso encadenado
que viene a suspirar sobre la orilla.

Sobre la enfermedad y muerte del bardo Francisco Lazo Martí es poco lo que sabemos. El acta de defunción, registrada en la Parroquia Maiquetía en 1909 y suscrita por el médico Luis Velázquez, se dice que murió de apoplejía cerebral.

Oscar Sambrano Urdaneta escribe: “En sus funciones como médico contrajo una terrible enfermedad que lo llevó al sepulcro. Víctima de una hemiplejía, fue conducido por algunos de sus amigos a Caracas, y más tarde a Maiquetía, en el Litoral venezolano con la esperanza de que sanara”.

Adolfo Rodríguez en Viaje de Francisco Lazo Martí hacia la ola que no cae hace un recuento de las manifestaciones de los contemporáneos sobre la salud del poeta.

Argénis Rodríguez dice que “en 1908 empieza a sentir dolores. El 3 de julio está recetando a un niño y siente que se le cae un brazo.”

De las diferentes fuentes puede deducirse que en general Lazo Martí en sus últimos meses de vida padeció de hemiplejía con cefalea, dolores articulares, dificultad para caminar y escribir y cierta confusión mental. Los síntomas descritos pueden ser consecuencia, entre otras posibilidades, de un accidente cerebro vascular por hipertensión arterial o por sífilis cerebral o nerosífilis.

Sobre la hipertensión arterial podemos decir muy poco: la enfermedad aun no había sido clasificada como uno de los padecimientos de la civilización del siglo XX y además el tensiómetro o aparato para detectar las cifras de la presión sanguínea apenas se había inventado en 1905 y en nuestro país era poco conocido.

Sobre la posible neurosífilis padecida por Lazo Martí, Lisandro Alvarado nos comenta: “Pero sus cartas de mayo de 1908 están con letra tambaleante y lamentable ortografía. El ataque sorpresivo de la hemiplejía – culto inoportuno al amor, se decía – unido al reumatismo, le impiden andar a caballo unas pocas leguas de tierra plana. “Ya mis carnes y articulaciones están dolorosas”, escribe. (49)

Lisandro Alvarado prosigue: “Después del invierno abandona el llano en busca de un temperamento de mar. La enfermedad se lo complicaba. Dentro de su cráneo germinaba una extraña desintegración que a paso lento conquistaba el laberíntico laboratorio del pensamiento.”

De lo anterior puede deducirse que era comentario general lo de la sífilis de Lazo Martí. En su obra Para conocer a Francisco Lazo Martí, Argénis Rodríguez nos habla de la conducta sexual de nuestro personaje: “Nos enteramos que al padre de Lazo Martí lo llamaban El enigmático. Nunca entraba a la habitación de su esposa sin antes llamar a la puerta y preguntar si podía entrar. Era gentil y con gallardía le preguntaba a Margarita:
¿Podré entrar?

Y la mujer se desnudaba en la oscuridad y nunca se dejaba ver ni tocar por el mismo esposo. Bien porque ella quisiera que fuera así o porque el marido veía en el deseo un desorden espiritual del mismo Sattanás. De los padres de Lazo Martí podemos afirmar que todo ocurrió así. No del médico de quien se dice, antes de volver a casarse en Puerto Nutrias, tuvo un hijo natural”.

La sífilis cerebral o neurosífilis comprende 3 tipos de manifestaciones clínicas: La neurosífilis meningovascular, la parálisis general y la Tabes Dorsal o ataxia locomotriz.

La neurosífilis meningovascular afecta las meninges y las estructuras vasculares del sistema nervioso y en ella puede llevar a la hemiplejía.

La parálisis general afecta la corteza cerebral. Sea compaña de cefalea o dolor de cabeza, disartría o dificultad dolorosa en las articulaciones, temblor en los dedos y las manos que puede conllevar a la agrafia o dificultad para escribir.

La tabes dorsal o ataxia locomotriz afecta la médula espinal y produce dificultad para caminar.

Moría Lazo Martí con el halo romántico de los hombres superiores de la época: solo, como desafiando con su obra las misteriosas fuerzas del destino; triste pero elevando su canto, su poesía, sus estrofas hacia la posteridad.

Lazo Martí pasó del positivismo médico – filosófico al idealismo poético, y de allí a la inmortalidad.

Las rudezas del llano, de nuestro llano,